TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

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PEDRO G. ROMERO

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Avida Dollars

15 de julio de 1937. Con un brindis de champagne la matrona saluda la supresión del “Sant” en el nombre de nuestra ciudad. Segunda emisión del consejo municipal. Sadurni d’Anoia, antes Sant Sadurni d’Anoia. 6000 habitantes, Provincia de Barcelona. Autor Joan Lisbona. Billete marrón de 25 céntimos. Existe también rojo de 50 céntimos y azul de 1 peseta. Papel de la casa Guarro. 60×108 mm. Emisión de 10.000 billetes. Imprenta colectivizada.

 

23 de noviembre de 1949. Si su Santidad daba el visto bueno nadie podría discutir la ortodoxia católica de Dalí. André Breton [1]. París. Anagrama con las letras de Salvador Dalí [2]. “Al primer Dalí, al que desapareció en 1935 para dar paso a la personalidad conocida como Avida Dollars, pintor de retratos de sociedad que acaba de abrazar la fe católica y el ideal artístico del renacimiento y que goza de los parabienes y aliento del papa”. Publicado en Antología del Humor Negro. Ediciones Sagitario. París. Edición de 1966. Existe nota manuscrita. 11 x 5 cm.

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En nuestra ciudad, igual que en muchas otras, se va a cambiar el nombre de Sant Sadurní d’Anoia por el de "Sadurní d’Anoia". La razón de este cambio hay que buscarla en el contexto del dominante nacionalismo catalán revolucionario, antifascista y fuertemente antireligioso, como una reacción a la posición tradicional de la Iglesia, más cercana a las clases adineradas del país. El Consejo Municipal, además de esta decisión, emitió moneda propia intentando que el diseñador, habitual en la industria de la champañería, ajustara el dibujo al nuevo espíritu de los tiempos. Resultó imposible, sin saber el significado de este segundo brindis de la matrona, que en la primera emisión se mostraba más tíbia y melancólica.

 

El anagrama de Breton fue una trouvaille brillante, y pronto se hizo famoso. Dalí, encantado, se dedicó enseguida a propagarlo, declarando que ya se le aportaba aún más dinero (con todo, diría más tarde, lo que más le encandilaba era el oro, no los billetes). Irónicamente, el adjetivo femenino del anagrama hacía que éste fuera más aplicable a gala, que sin lugar a dudas aventajaba a Dalí en avidez. Gala quería, y necesitaba, muchísimo dinero, cuanto más mejor: aunque podía ser mezquina en cosas nímias, en lo que tocaba a sus placeres no tenía límite. Además, se estaba convirtiendo en jugadora compulsiva.