TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

LA INTERNACIONAL

PEDRO G. ROMERO

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Gabriel Kuri

Agosto de 1936.  Almacén de económicos férreos y metales. Puerta cubierta de Chatarra. Iglesia del Salvador del Convento de Verónicas. Fue víctima de los ataques del 13 de mayo de 1931, al igual que el Convento de San Francisco. Fotografía Avilés. Consejería de Cultura. Comunidad Autónoma de la Región. Museo de Bellas Artes de Murcia.

 

Febrero  de 2007. Propuesta para una reforma fiscal. Varios materiales, madera y desperdicios. Gabriel Kuri. Galería Kurimanzutto. Una antigua maderería construida en 1949, fue restaurada y acondicionada como espacio de exposiciones, oficinas y bodegas. Fotografía GKM. Gob. Rafael Rebollar 94, col. San Miguel Chapultepec 11850, México D.F.

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Utilizado en la guerra civil como almacén de chatarrería, el Convento de Verónicas había perdido su uso mucho antes, ya que desde 1835 a consecuencia de la desamortización pierde su uso y es destinado durante un tiempo a local de espectáculos teatrales y circenses, hasta que fue devuelto a la Comunidad por R. O. de 10 de octubre de 1847. No obstante, los avatares de la política española del siglo XIX hace a la Orden abandonar definitivamente el convento. Después vendría su uso como almacén chatarrero durante la guerra civil. Tras un periodo de capacitación como almacén de económicos, paso a recoger todo el metálico con destino a fungibles de material militar. En el año 1946 una restauración, que le dará uso hasta los años 80 en que vuelve a quedar abandonado. El Ministerio de Cultura considera el salvar la iglesia, quedando derribados las escasas partes del convento que se mantenían en pie. En el año 1988 la Comunidad Autónoma compra la iglesia, destinándola a usos expositivos y taller de restauración.

 

Desde luego, ahí está representada, entre otras cosas, la mano de obra, pero de un modo que quizá no todo el mundo perciba: hay una pera envuelta en papel, después otra sin envolver, colocada junto a un vaso desechable, y, más abajo, el envoltorio suelto. Esto es, tienes el producto empacado, el producto sin empacar y el empaque. Aunque, insisto, todo puesto de una manera muy casual. La mano de obra es muy importante en cualquier escala de valor, es la base; pero hay otra cosa que también me interesa: la distribución, la distancia que hay entre la producción y el consumo de los productos. La idea de que es posible acceder a los materiales en su estado más puro pertenece a otra década, a otro momento de la escultura. No hay tal cosa, ni la piedra, el agua o el algodón nos llegan en su forma más pura; la distribución media siempre entre ellos y nosotros: y es un valor que informa el material, como si tuviera una marca, como si fuera, al final, un material procesado. Incluida una pera –ahora casi todas las frutas vienen etiquetadas.