TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

LA INTERNACIONAL

PEDRO G. ROMERO

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Hannah Höch

27 de septiembre de 1936. La Virgen y el niño. Talla de madera policromada del siglo XVII. Estatua mutilada: los ojos le han sido arrancados. Servicio de Recuperación del Tesoro Nacional. Editora Nacional. Olías del Rey. Toledo.

 

27 de septiembre de 1931. La Virgen y la niña. Fotomontaje con figuras femeninas. Imágenes extraídas de la revista Vogue. Los ojos han sido sustituidos por dedos. Arquitectura Moderna. De Stijl. Leiden. Holanda.

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Aunque le fuera arrancada la cabeza al Niño, la furia se cebó con la cabeza de su Madre. Le fueron arrancados los ojos y seguramente la corona, lo que explica el desgarro de su frente. La corona, símbolo de su matrimonio con Dios.

 

Esta parece haber utilizado el nuevo procedimiento para expresar los fantasmas que su propia personalidad física le suscitaba. Así, en sus obras, oscilamos de una imagen seductora, “La linda señorita”, de 1920, a representaciones caricaturescas en las cuales la mujer queda identificada con una muñeca grotesca, sobretodo en su papel de novia.

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Se trataba de un grupo diverso. Había republicanos y federalistas, comunistas y anarquistas, un cura que había colgado los hábitos, algunos desertores del bando nacional -entre estos, un moro- y un grupo de campesinas que se habían armado en el frente. En esta acción más que una unidad política podíamos destacar una ferocidad animal. Estaban unidos por los bajos instintos. No era tan importante ver como la habían sacado los ojos a la Virgen o profanado el Cáliz de Misa: enfrente de la iglesia había ahorcado a un policía municipal y en la plaza ardían los títulos de propiedad de la tierra.

 

“Todos estábamos oprimidos en un corsé a causa de la guerra, todos. Los obreros con su movimiento espartaquista, los filántropos con su movimiento antiguerra, los innovadores en religión se sentían budistas y las sufragettes hacían valer los derechos de la mujer”, le expliqué a Suzanne Pagé en 1976. El Dadá berlinés fue el más politizado de todos y pese a mi actitud modesta y tímida, participé en la Antisinfonía de Golyscheff de 1919 y expuse en la famosa “Primera Feria Internacional Dadá” en la galería del Dr. Burchard de Berlín, en 1920, en la que un maniquí vestido de soldado colgaba del techo.