TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

LA INTERNACIONAL

PEDRO G. ROMERO

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Hans Bellmer

Octubre de 1936. Imágenes de Cristo y del Buen Ladrón, destrozadas y confundidas sus partes. Dos brazos de 60 cm, sin reparar y armazón desmontado. Salón de Recepciones. Santa Isabel de los Reyes. Toledo.

 

Octubre de 1933. Imágenes de diversas muñecas con los cuerpos desmembrados e intercambiables. 1,40 cm, papel, pegamento, yeso, pintura y articulaciones metálicas. Die Puppe. Edición Limitada y Privada. Alemania.

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Las imágenes de Cristo y San Dimas, del siglo XVII, fueron decapitadas, descuartizadas y hechas astillas sus cruces, encontrando las religiosas a su vuelta al convento, que no sabían distinguir cual era la parte de cual. Los cuerpos de sor María y de sor María ‘la Pobre’, fueron sacados y llevados en macabra orgía por los milicianos, entre befas y escarnios, a los dantescos aquelarres a que hacían concurrir a las momias. Fueron hallados también revueltos y en confusión. Las ropas, esparcidas por el suelo, se mezclaban con desperdicios y restos de alimentos. Tal fue el estado en que dejaron los rojos el convento de Santa Isabel, después de haberlo usado como cuartel de milicias, de haberlo saqueado y haber escapado con el botín y haberlo profanado al convertirlo en escenario de bacanales y festines.

 

No tenemos la ambición de enumerar las innumerables posibilidades integrantes y desintegrantes según las cuales el deseo de forma a la imagen deseada; podemos sin embargo prever una aparición de esos sueños interanatómicos en la superficie de la conciencia, incluso de la conciencia colectiva, por lo que podríamos deducir que las imágenes del sex-appeal femenino preceden a las más profusas vías de aplicación en el ámbito de la moda, de la belleza, de las relaciones poéticas, prácticas de los dos sexos y de las cartas de amor, de la que les proponemos algunos ejemplos: “Tu vestido debería hacer coincidir con tus senos la imagen de tus nalgas, impresa en el tejido tricolor. Así, las piernas se separarán a derecha e izquierda a lo largo de tus mangas rellenas, y tus medias blancas, como guantes largos a rayas rosas, animarán a tus dedos a ser dos veces el botín, cuyo talón sería el corsé del pulgar, cuya punta roja sería el índice.”

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Las autoridades locales republicanas no aceptaban el comportamiento de la milicia al que calificaban de degenerado. La permisividad se debía, sobre todo, a la presencia cercana de las tropas fascistas y al ejemplo moral que representaba el nacional catolicismo del general Franco. La censura republicana no pudo impedir que en el interior de los conventos se practicaran todo tipo de juegos sexuales con momias de monjas y figuras religiosas de madera o pasta de papel, un comportamiento orgiástico que “liberaba” a la milicia de otras tentaciones. Los abusos en el campo de la profanación religiosa y la blasfemia aliviaban a la tropa de efectuar ciertas violentaciones –abusos sexuales o uso de servicios prostibulares-, según reconocías las propias autoridades fascistas en sus informes sobre la “depravación moral” del ejército rojo. Esta degeneración moral no era ideológica o revanchista si no fruto de una profunda anomalía biológica según los informes de Vallejo Nagera.

 

Es importante mencionar que el Führer (o sea Hitler) no estaba muy contento con la obra de Bellmer ya que la calificaba como “degenerada”; me imagino que se mordió muy fuerte la lengua después de dicha declaración. La primera «muñeca» de Hans Bellmer nació en 1933; fue una obra totalmente singular y autónoma en el ámbito artístico que el pintor cultivaba en aquella época, cuya creación surgió bajo distintas influencias. La irrupción del fascismo en Alemania motivó a Bellmer, quien hasta entonces había trabajado como dibujante publicitario, a abandonar cualquier tipo de ocupación que pudiera ser de utilidad al Estado, aunque fuera indirectamente, y a concentrarse por completo en su obra artística. Que de esta decisión surgiera La muñeca (La poupée) se desprende también del encuentro de Bellmer con su prima Úrsula, que en esos momentos tenía sólo quince años y a cuyo atractivo erótico el artista logró resistirse sublimándolo con una dedicación intensiva a las artes plásticas.