TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

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PEDRO G. ROMERO

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Joseph Beuys

Abril de 1936. Iglesia ocupada y convertida en almacén de alimentos y elementos de construcción. Iglesia habilitada como almacén. Como en el dicho evangélico, le ofrecieron agua y le dieron vinagre. Alcañiz.Teruel. Archivos estatales. Ministerio de Cultura. Agencia Photo. Foto Kati Horna.

 

Agosto de 1962. Anotaciones al margen de un tratado sobre Ignacio de Loyola. Anotaciones de Beuys sobre economía en un libro espiritual. Ignatius von Loyola in Selbstzeugnissen und Bilddokumenten, Alain Guillermou. Reinbek bei hamburg, 1962. Nueva Galería Estatal de Stuttgart. Fotografía de Hildegard Weber.

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Primera medida, solución de los problemas de abastecimiento. Para esto se colectivizan todos los medios de producción de alimentos. Segunda medida, distribución de los alimentos. Para esto se ocupará la iglesia del pueblo, el edificio mayor y más adecuado para esto en el pueblo, y se convertirá en silo de grano y barrica de vino, función al parecer original a la que estaban destinadas las iglesias. Tercera medida, reparto de los alimentos. Para esto se imprimirán una serie de vales que podrán ser intercambiados por la ración diaria de comida de cada adulto o niño según sus necesidades y justas retribuciones al trabajo y la defensa del pueblo. Significado inmediato de estas medidas. Desaparición del dinero, el comercio y la usura desligando estas prácticas de la verdadera cultura del trabajo. Todo el capital es comunitario y toda la población sabe administrar su propio capital. Cuando se dice que Zaragoza es nuestra capital no sólo se referencia su principalidad a la cabeza de las poblaciones de la región, también se señala que allí se organiza el fruto de nuestro trabajo y las decisiones sobre la economía de nuestro pueblo. Si empezamos por la base de la pirámide observamos que igual que se da solución a la alimentación esto puede hacerse con el resto de las funciones económicas del pueblo. Otros oficios y otras necesidades materiales para los habitantes del pueblo serán cubiertas de igual manera. Todas las poblaciones podrán considerarse así, a su manera, capitales.

 

Todavía mucho menos, o incluso nada en absoluto, puede ser cubierto de la demanda de alimento para el alma del hombre. Pero si pregunto qué es lo que hay que salvar realmente en esta tierra, no es todavía lo material. No es en rigor ni siquiera el cuerpo humano. Todos sabemos que tenemos que morir un día. Lo que hay que salvar es el alma humana. Esta vida tiene que dar de sí un fruto, tiene que ser posible experimentar de manera viva que esta vida lo es todo. Estos puntos de vista son estimados por la economía como irrelevantes, no son ni siquiera tomados en consideración. Ya puede percibirse y observarse que el hombre, con creciente exigencia y con el surgimiento de su autoconciencia y de su libertad, se suelta ya poco a poco de los grilletes de los egoísmos materiales. Cierto es que el egoísmo pervive en nosotros con mucha fuerza, pero sin embargo vemos, sobre todo si nos dedicamos a esta tarea con ejercitación creciente, un progresivo liberarse de los vínculos. Ego, el yo, exige un alimento espiritual a través de la economía. Este yo que exige un alimento espiritual se percata también de que la rama más importante de la economía radica en el ámbito de la producción, digo en el ámbito de la producción y no en el ámbito del consumo, pero allí donde se trabaja de acuerdo con el principio de la división del trabajo, no donde actúan la pequeña economía y las profesiones libres, sino que me refiero conscientemente a las empresas más importantes en el terreno de la producción, las escuelas y los centros de enseñanza superior. En ellos se produce el CAPITAL de la sociedad. Repito. CAPITAL no es dinero (medio de producción), CAPITAL es capacidad y producto de la capacidad.

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Sin embargo, los vales del Comité de Abastos, de los Economatos y posteriormente de la Comisión de Abastos, los primeros que se emitieron, muy abundantes impresos o escritos a mano, y que funcionaron durante casi toda la guerra –disminuyeron cuando se impuso la tarjeta familiar y la cartilla de racionamiento–, no han llegado hasta nuestros días. La inmensa mayoría debieron de ser destruidos durante la guerra, una vez que cumplieron su función, tal y como relata E. Mascaraque en sus memorias. En la provincia conocemos un vale escrito a mano para abastecimiento de refugiados, enfermos, hospitales, etc., pero en este caso no están firmados ni sellados por el Comité, sino por el Consejo Municipal con la firma del alcalde y los concejales. También sería el caso de los vales de los comercios de otras poblaciones, vales que están ligados a su vez a Abastos, comercios particulares y partidos políticos. Están emitidos por distintas instituciones siempre relacionadas con el abastecimiento, tales como Comité, Comisión Municipal, Consejería, Delegación, Consejo Municipal… de Abastos, o bien Comestibles, Cooperativa Agrícola y de Consumo, Economato, Abastecimiento de Carnes, etc. Lo dicho, con la desaparición de los Comités, a principios de 1937, el poder pasa de nuevo a los Consejos Municipales y su labor la continúa la Comisión Municipal de Abastos de cada población. A finales de 1937, ante el problema de la gran escasez de alimentos –que empieza a ser preocupante– y con la tarjeta de racionamiento en vigor, se descentraliza el sistema de hacer compras solamente en los economatos. Al menos en Belalcázar –según consta en sus actas municipales–, para descongestionar las largas colas en 1938 se les autoriza la venta de los productos racionados a diversos comercios privados, recibiendo a cambio un pequeño margen de beneficios. Suponemos que dicha medida sería tomada en todas las poblaciones de la comarca, no obstante siguieron existiendo los economatos hasta el final de la guerra.

 

¡El dinero no es un valor económico! Si el poderío del dinero atropella y aplasta una y otra vez todo lo libre y democrático, y ese poder destruye una y otra vez el ideal, tendremos que meter la mano en las fauces de este dragón y asir el concepto de capital. Tendremos que avanzar de forma totalmente real hasta el concepto de capital, pero ya hemos avanzado hasta él, ya nos hemos percatado de que en la consecuencia de un concepto de arte que describe a todo ser humano como artista, lo describe de la manera más digna de un hombre, de la manera más certera, porque el hombre es el portador de la dignidad y el soberano, y que de esta consecuencia se deduce que él se apodera del capital y se percata de que no es ningún valor económico. El valor económico es la capacidad humana empleada en el trabajo, y lo que surge como producto en el puesto de trabajo, una buena escultura, un cuadro maravilloso, un auto que no contamina el medio ambiente, una patata sabrosa y sana, un pez sano que un pescador pesca del mar frente a otro que está envenenado, de manera que no se debe comer pescado con demasiada frecuencia, porque si no se muere uno. Desde luego no es preciso tener ese miedo y esa histeria que hoy día son también con frecuencia una comprensión subdesarrollada de la ecología, que puede adquirirse con escaso coraje espiritual, no, habría que ser más valeroso y decir: el hombre necesita algo de plomo para ser un poco más pesado.