TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

LA INTERNACIONAL

PEDRO G. ROMERO

A

B

C

D

E

F

G

H

I

J

K

L

M

N

O

P

Q

R

S

T

U

V

W

X

Y

Z

#

Micromuseo («al fondo hay sitio»)

1938. Detalles del retablo del altar mayor de la iglesia parroquial en el estado en que se encontraba en la visita de inspección de miembros de la Junta el 1 de julio. A la izquierda de la fotografía D. Luis Martínez Feduchi, junto a él de perfil, D. Thomas Malonyay. Sonseca, Toledo. Junta de Defensa del Tesoro Artístico. Fototeca de Información Artística. Instituto del Patrimonio Artístico Español. Madrid. Positivo original de época, 11 x 17 cm.

 

2005. Detalles de la pared frontal que, a modo de retablo, presenta algunas de las obras de «artífices» populares, así los llaman Gustavo Buntinx y Susana Torres, «chófer» y curadora del espacio respectivamente, que también están presentes en la fotografía. Lima. Perú. Colectivo Sociedad Civil. Museo de Arte de San Marcos y del Centro Cultural de San Marcos de Lima. Diapositiva en color. 0,3 x 0,5 cm.

______________________

En esos momentos únicamente Natividad Gómez-Moreno se seguía ocupando de la catalogación de los cuadros, Feduchi (que había vuelto de Valencia) de la de muebles, y Mergelina y Elvira Gascón de la de objetos. Y mientras tanto, la otra mitad de los miembros de la Junta se dedicaban a la recogida de objetos: entre otros, Malonyay y Lafuente se encargaban de las incautaciones normales en Madrid y las provincias limítrofes; los tenientes Colinas y Iturburuaga de la recuperación de las obras de arte en vanguardia. Por lo demás, el extraño viaje que súbitamente y sin explicar los motivos emprendieron los hermanos Ferrant a Barcelona dejó descabezada durante meses a la Junta, a la espera de una nueva etapa llena de tensiones y peligros.

 

Gustavo Buntinx y su esposa Susana Torres son los creadores del Micromuseo («al fondo hay sitio»), un proyecto museal que juega con las distintas acepciones que sobre la palabra «micro» puedan hacerse, entre lo pequeño y lo transportable y nómada. Gustavo Buntinx, autor del texto El poder y la ilusión: pérdida y restauración del aura en la República de Weimar peruana, es a mi juicio un auténtico «generador de escena», bajo cuya mirada crítica han adquirido mayor visibilidad colectivos como NN, Piensa o EPS Huayco, y artistas como Claudia Coca y las ya mencionadas Sandra Gamarra y Gilda Mantilla [1]. Lima es el epicentro de un arte que atestigua, de una manera u otra, los duros años de la dictadura de Fujimori. Corroboraré el vínculo directo entre la violencia ejercida sobre los pueblos y la aplicación de las políticas neoliberales que, durante la pasada década, devastaron países enteros, entre los que los nuestros aquí en el cono sur de Latinoamérica no han sido la excepción.